En tiempos de amenazas constantes a las democracias de América Latina, con el reciente intento golpista a Lula Da Silva, a solo una semana de asumir por tercera vez la presidencia, la Argentina transita aun por un estado de éxtasis colectivo por la obtención de la Copa del Mundo pero atravesado por signos inequívocos de avances políticos de la ultra derecha y situaciones preocupantes que están ocurriendo en los países de la región.
Otro Punto consultó al referente local, Pablo Wehbe, un estudioso dedicado y con un amplísimo conocimiento de los hechos históricos de las últimas décadas en Argentina y el resto de Latinoamérica.
La obtención del premio Golden Globe por parte de la película “Argentina 1985”, sirve como punto de partida para la extensa charla que aquí resumimos para las y los lectores de Otro Punto.
-¿Qué recuerdo tiene del Juicio a las Juntas?
Tuve la posibilidad de seguirlo bien al Juicio a las Juntas porque justo ese año había cursado Derecho Penal I en la cátedra de Jorge De la Rúa, que recién volvía del exilio en Venezuela cuando ese país era aun uno de los pocos países democráticos de la región. Verdaderamente cuando iba siguiendo el juicio y, lamentablemente, con el tiempo uno entendió algunas cosas, nosotros los que estábamos en la Federación Universitaria de Córdoba, no entendíamos que se quisiera limitar la persecución del pasado solo a las tres juntas. Hicimos marchas y cuando salió el fallo, 5 y 4, cinco condenados y cuatro absueltos, hicimos más marchas, se prendió Franja Morada, en contra del fallo, porque decíamos ´no hubo excesos, no hubo errores, son todos asesinos los milicos del Proceso´. Con el paso del tiempo me tocó ser profesor de Derecho Penal y leí el fallo, que es una pieza jurídica admirable y cuando uno empieza a leer la historia y empieza a conocer gente como el ex diputado Lorenzo Cortese, que fue presidente de la Comisión de Legislación Penal en esa época.
El juicio a los nueve fue impecable, el tema es que a Alfonsín le rompen el esquema con el último punto del fallo cuando la Cámara Federal ordena a otras instancias que investiguen a los jefes de zonas y subzonas y ahí se producen los levantamientos y luego se vienen las leyes de obediencia debida y punto final. No fui, no soy y nunca seré radical pero a mi Alfonsín se me agranda cada día más. Primero, por su austeridad y también por su respeto a la ley.
– Ver en la pantalla de un evento internacional como los Golden Globe a los militares genocidas sentados en el banquillo, es una imagen impactante. Un ejemplo para el mundo y porque además al día de hoy continúan los juicios por delitos de lesa humanidad. Vimos eso mientras observamos azorados lo que pasó recientemente en Brasil, la violencia en Perú y las constantes amenazas al Estado de Derecho.
Desde el punto de vista del Derecho Penal, Argentina es el único país del mundo que juzgó el pasado con ley anterior más benigna. Porque el juicio a los nazis, por ejemplo, fue, paradójicamente, violando derechos humanos porque fue con ley posterior y con pena de muerte. Es decir, se comieron al antropófago. Los juicios en la ex Yugoslavia, en Camboya, en Grecia, fueron con tribunales armados y con leyes que se dictaron con posterioridad. En Argentina se juzgó a los militares con la ley de ellos, la 21338.
-Se respetó la no retroactividad, digamos…
Totalmente pero, además, más de la mitad de los delitos que les imputaron a los militares argentinos fueron sobreseídos porque estaban prescriptos. En el fallo, por ejemplo, a Videla se lo acusaba por 1200 asesinatos, pero solo se lo condenó por 700. Los jueces decían ´no se pudo probar´ en cada caso. Los miembros de ese tribunal no querían ni una sola muestra de parcialidad ni de política ni nada que pudiera admitir que esos magistrados estaban juzgando en nombre de un gobierno.
Ese tribunal tuvo por lo menos 6 partidos políticos adentro y los seis fueron intelectualmente los más brillantes que hubo en muchos años.
Pablo Wehbe, como docente apasionado que es, contextualiza cada una de sus afirmaciones con una memoria histórica detallada y envidiable. Recuerda con nostalgia los debates políticos de los que fue parte y observador también durante los años ´80. “Para mi fue una época maravillosa, ahora todo ha cambiado”.
-Se ha degradado mucho el debate político…
Y es poco decir. Los ´80 es una época que yo recuerdo con mucho cariño a pesar de que fíjate cómo terminó el gobierno de Alfonsín y varios gobiernos latinoamericanos.
-A casi 40 años del restablecimiento de la democracia y del juicio a las juntas ¿cómo estamos hoy?
Mal. Voy a usar una frase prestada, de Fabián Salvioni, que dice que la derecha en América latina está condicionando las democracias y nos obliga a ponernos firmes, porque si no nos ponemos firmes frente a lo de Brasil, frente a lo de Perú, frente a lo que está pasando en Ecuador, frente a lo que se está condicionando al presidente (Gabriel) Boric en Chile, frente al desgaste que le están haciendo a Petro en Colombia, a las limitaciones que le han puesto a López Obrador en México, frente al avance del autoritarismo en varios países de América Central, vamos a estar mal y en riesgo la democracia.
-También hay que tener en cuenta que detrás de los movimientos desestabilizadores están los dueños del poder económico.
Exactamente por eso lo que dice Salvioni es que si tenemos una respuesta dubitativa o blanda frente a lo que estamos viendo en 10 años no tendremos más democracia, o la democracia que vamos a tener va a ser simbólica, una votocracia, donde los derechos humanos van a ser una anécdota, donde el empresariado va a hacer lo que se le ocurra, donde los derechos laborales van a quedar en la prehistoria. A mi lo que me preocupa mucho es que no estamos en un buen momento. Más cuando -no quiero ofender a nadie- pero estamos en una sociedad donde el programa de televisión más visto es Gran Hermano, entonces está hablando de una sociedad que va a permitir un tipo de discurso donde no tenemos una mirada de mediano y largo plazo, sino que votamos de acuerdo a sensaciones momentáneas. Yo no le hecho la culpa a los medios alegremente. Hay de todo en todas partes. A mí me preocupó mucho la lenta reacción del Partido de los Trabajadores en Brasil. Lula reaccionó rápido, los jueces de la Corte también pero el principal partido, el de Lula, no lo hizo.
-Usted dice que estamos mal, pero pregunto: ¿se puede ser optimista en que el pueblo va a salir a defender las instituciones, la democracia? No hace tanto que hubo una reacción popular muy importante cuando la Corte quiso imponer el 2×1 a los genocidas, por ejemplo.
Cambiaron los tiempos, creo que fue un límite que se puso en ese momento, un límite al macrismo porque medio que los partidos políticos habían bajado los brazos, fue una movilización de la sociedad. Mientras estemos vivos siempre hay motivos para el optimismo. Lo que digo es porque quiero desesperadamente que los que nos estamos yendo pretendemos que entiendan que hay cosas que pueden ponerse feas y esto se soluciona con una sola palabra: compromiso. Compromiso y militancia. Militancia es estar con los ojos abiertos, no creernos todo lo que nos muestran y tampoco aceptar cualquier discurso. Siempre hay alternativas. De acuerdo a lo que uno vivió, creíamos que por ejemplo el tema de los derechos humanos ya estaba cerrado, ya no había dudas y cuando escuchamos a algunos dirigentes decimos ´no pará, hay que seguir hablando de los derechos humanos´.
Ojo que lo que pasó en Brasil fue un globo de ensayo, actuaron para ver cómo reaccionaba Lula, para observar cómo maniobra, si tiene con qué para seguir adelante. Me preocupa mucho el mensaje que las derechas están mandando. La solución para mi está en los partidos políticos, si los partidos políticos juegan fuerte acá, en Argentina, no va a haber riesgos.
Por Vanessa Lerner.