La causa judicial en la cual se intenta determinar cómo murió Pedro Gambero, bebé de 3 meses y medio en 2017, y por la cual se encuentra imputado su padre Gonzalo, sumó un nuevo capítulo, escandalosamente grave tras hacerse público un presunto intento de pago de soborno solicitado en nombre del fiscal Daniel Miralles, para cambiar la calificación legal y aliviar así la situación del único acusado por la muerte de la criatura.
Otro Punto dialogó con Jorge Valverde, abogado defensor de Lucrecia Piñeiro, la mamá de Pedro, el bebé de casi 4 meses que falleció en agosto de 2017 como consecuencia del síndrome conocido como shaking baby o bebé sacudido.
“La denuncia de Gambero por el supuesto pedido de sobornos que involucraría al fiscal Miralles es de una gravedad institucional inusitada, es algo pocas veces visto, amerita una investigación urgente, profunda y que llegue hasta las últimas consecuencias”, afirma Valverde.
“Pero que vaya por un camino paralelo a lo que es la causa por la muerte de Pedrito. Que esto no sirva para desviar el foco principal que es dilucidar si el padre del bebé es culpable o no de la muerte de su hijo. No queremos que se comiencen a estirar indefinidamente los tiempos judiciales a causa de esta grave denuncia. Se tiene que hacer el juicio más allá de lo que se investigue por la denuncia de presuntos sobornos. Si no, nos arriesgamos a tener otro caso Dalmasso. Estamos a la puerta de la realización del debate sobre una tragedia donde hay una víctima principal que es Pedrito, pero donde también dos familias resultaron destrozadas. Lo mejor es que se conozca la verdad de los hechos lo más pronto posible a partir de que se lleve adelante el juicio sin más postergaciones. Recordemos que ya llevamos cinco años de proceso judicial”.
“Con mi defendida y su familia estamos muy preocupados por las acusaciones que se hicieron públicas. Hay dos familias que no saben lo que pasó con Pedrito y lo que queremos es que no se desvíe la investigación porque las pruebas están para responder en juicio y esas pruebas son más que suficientes para el grado de probabilidad que requiere la etapa procesal. Ha sido una investigación sumamente completa y, con la prueba existente, sobra para la celebración del juicio”.
Hay que recordar que posterior al fallecimiento de Pedrito, Gonzalo Gambero, fue acusado de ser el responsable de malos tratos que llevaron al bebé a un cuadro irreversible de lesiones cerebrales que provocaron su muerte.
La investigación recayó en ese entonces, 2017, en el fiscal Javier Di Santo, quien, tras investigar los hechos, imputó con la calificación más grave a Gambero: Lesiones Graves Calificadas Reiteradas – Homicidio Calificado por el Vínculo. Estos delitos tienen como pena, de arribarse a una condena, la prisión perpetua.
Gambero estuvo detenido por la grave acusación que pesaba en su contra.
Después de que Di Santo pidiera la elevación a juicio de la causa y tras la apelación interpuesta por la defensa de Gambero, el Juez de Control la devolvió solicitando que se ampliara la investigación, en este caso, sobre la madre de Pedro y sobre la niñera que lo cuidaba.
“Profundizar la investigación, pidió el Juez de Control. Eso se hizo y me pareció bien porque lo que pedía el magistrado era que se investigara más a fondo las acciones de la madre del bebé y de su niñera. Eso se hizo y quedó absolutamente comprobado que ninguna de las dos tuvo responsabilidad. Todo lo contrario, se confirmó lo que ya habían manifestado por unanimidad una junta de especialistas que concluyeron en la determinación del tiempo y en la causa de la muerte. Lo determinaron los peritos forenses, el informe de autopsia y por unanimidad una junta de siete especialistas que se reunieron en Córdoba”, revela Valverde.
Posteriormente la causa recayó en la fiscalía a cargo de Daniel Miralles quien el 19 de septiembre último solicitó una nueva elevación a juicio en contra de Gambero y con la misma acusación que había descripto Di Santo.
Valverde revela que: “En los últimos dos años, a pesar de la demora por la pandemia, se investigó a la madre, a la niñera, se les realizaron pericias psicológicas, encuestas ambientales, se hizo una cámara Gesell a la hermanita de Pedro”.
“Lo que tiene que quedar claro es que la prueba ya está toda recolectada. Informe de autopsia, informes y declaraciones de los médicos que atendieron al bebé en el hospital, el pediatra de cabecera, los forenses, está todo”.
Agrega el defensor de Piñeiro que Di Santo pidió una pericia multidisciplinaria que fue conformada por 7 especialistas de Córdoba. “Por unanimidad concluyeron que Pedro murió por una injuria cerebral grave y que el episodio ocurrió al menos 30 minutos antes de que se comenzaran a producir los primeros síntomas”.
“Era un bebé sano, su pediatra lo confirmó en numerosas oportunidades. Había nacido prematuro pero su médico, que lo revisó al menos 6 veces antes del desenlace fatal, siempre les comunicó a los padres que lo que para ellos podía ser anormal en el bebé, en realidad es algo común en criaturas que nacen a los 8 meses de gestación y que todo se normalizaría con el paso del tiempo”.
Pedro no tenía una patología previa. La causa de su internación de urgencia fue que por un mecanismo inercial de aceleración y desaceleración, el zamarreo, el bebé tuvo gravísimas consecuencias. No se descarta que haya habido incluso algún impacto de la cabeza de Pedro contra algún objeto blando como colchón, almohada o frazada. ¿Por qué? El bebé no tenía ni una sola lesión externa por lo que fue descartado que alguien lo hubiera golpeado contra un objeto contundente.
“De haber habido un impacto sería contra un elemento blando, repito, o en el aire”, afirma Valverde. “El cuadro agudo que se manifestó fue en escaso tiempo, en eso coincidieron todos los especialistas, incluidos los profesionales que lo atendieron en el Hospital San Antonio de Padua”.
¿Qué dijeron todos ellos? “Que por lo observado tanto en la tomografía como en el estudio oftalmológico más radiografías, tomografías, ecografías y análisis de sangre, la aparición de síntomas fue rápida, de escasa duración, inmediata al brutal zamarreo. Todas esas consecuencias fueron muy cercanas en el tiempo a la sacudida. Hubo todo tipo de evidencias de que las lesiones eran gravísimas y que habían sido provocadas hacía muy poco tiempo, pero tampoco se descarta que hubiera episodios previos, de menor magnitud, que podrían haber ido configurando un cuadro con síntomas que se observaron en Pedrito como irritabilidad, inapetencia y un crecimiento no habitual en el perímetro craneal.”
Según la información que aporta Valverde, las maniobras de resucitación fueron descartadas como provocadoras del grave cuadro. Los especialistas aseguraron que no había lesiones previas, ni enfermedad congénita que pudiera configurar un estado que derivara en la muerte del bebé.
“Los horarios que determinó la junta médica que trabajó en Córdoba capital definió a través de la línea de tiempo que quedaban excluidas tanto la madre como la niñera que no se encontraban en el domicilio al momento en que Gambero, según relató, se despertó de la siesta y observó a su hijo pálido, sin reacción y con los labios morados. Según esa línea de tiempo el episodio de zamarreo violento que conmocionó al bebé se produjo al menos 30 minutos antes de que lo ingresaran al hospital, a las 16.45 horas del 22 de agosto de 2017, con un paro cardiorespiratorio. Es decir que, según los especialistas convocados, la sacudida fuerte o enérgica que derivó en el cuadro final fue realizada aproximadamente a las 15.15 horas o minutos después”. En esa ventana horaria Pedrito estaba en su casa con su papá y su hermanita. Y nadie más.
Si bien los profesionales que realizaron la pericia interdisciplinaria coincidieron en la causa de la muerte, no descartaron que hubiera episodios de zamarreos previos, pero de menor intensidad. Pero concluyeron en que las últimas y vehementes sacudidas aplicadas en el cuerpo del pequeño le produjeron un trauma que derivó en un hematoma subdural interhemisférico, hemorragia subaracnoidea y hemorragias retinianas bilaterales. Estas gravísimas lesiones le produjeron su deceso el día veinticinco de agosto, cuando aún se encontraba internado, debido a muerte encefálica con injuria cerebral grave directamente relacionada con malos tratos.
LOS HECHOS
En la siesta del 22 de agosto de 2017 Gonzalo Gambero terminaba de almorzar mientras su pareja, Lucrecia Piñeiro, llevaba a Pedrito, su bebé de tres meses, a tomar la leche para posteriormente dejarlo durmiendo antes de irse a trabajar.
Según el relato de Gambero, cuando se despertó su bebé estaba pálido y sin reacción. La primera explicación que dio cuando todos le preguntaron qué había pasado desde que se acostó a dormir hasta que lo encontró no eran muy claras. Su accionar, sin embargo, denotó que se dio cuenta de la gravedad del estado de su hijito. Le hizo respiración boca a boca, le golpeó la espalda por si estaba ahogado y llamó a su padre Claudio, quien vivía a la vuelta de su casa, para que lo llevara urgente con Pedro a un centro asistencial.
A las pocas cuadras se encontraron con una ambulancia que los trasladó hasta el Hospital. El bebé llegó sin vida y por las maniobras de resucitación practicadas en la guardia, lograron que su corazón volviera a latir. El bebé fue inmediatamente internado en la terapia intensiva pediátrica.
Luego se determinaría que las lesiones eran irreversibles y el niño falleció.
Los primeros estudios no dejaron dudas a los profesionales, parecía maltrato. Todo indicaba que Pedrito había sufrido el síndrome del bebé sacudido.
Las asistentes sociales instaron a la familia a que hiciera la denuncia. El padre no quería. La madre sí. Las profesionales les manifestaron que, si no la hacían ellos, la iban a realizar desde su área en el Hospital.
La forense Virginia Ferreira estuvo a cargo de la autopsia y en su informe no quiso poner la palabra maltrato sino que sugirió se ampliaran los estudios y se consultara a otros especialistas. Los estudios del equipo de medicina forense fueron contundentes y llevaban todos al mismo diagnóstico. Constataron que el bebé presentaba hematoma subdural, globos oculares con hemorragia retiniana bilateral (en ambos ojos) y edema cerebral.
Pero la investigación del fiscal Di Santo no se quedó sólo con esta información. Fueron consultados el médico pediatra del niño para conocer su historia clínica y saber si era un bebé sano, y sí lo era; una oftalmóloga; neurólogos y médicos forenses. Todos coincidieron con el diagnóstico. No hubo ninguna pericia que dijese otra cosa y que atribuyese el daño a otra causa que no fuese las sacudidas.
Y aquí apareció el otro dato: las lesiones no habrían sido accidentales sino producto de maniobras de zamarreo, aceleración y desaceleración brusca sin impacto o con impacto sobre superficie blanda.
Así comenzó la otra etapa de la investigación. ¿Quién fue la persona que pudo haber ocasionado las lesiones en el bebé?
Llamó la atención que, en los primeros minutos de zozobra y desesperación, Gonzalo Gambero dijera una y otra vez “es mi culpa, es mi culpa”. Después cambiaría su postura.
¿Con quién estuvo el niño?
Al niño lo cuidaban la mayoría del tiempo tres personas. La empleada, la madre y el padre.
Hasta los tres meses del niño, fue su mamá la principal cuidadora. Cuando debió reincorporarse a su trabajo como psicóloga, se sumó una empleada, a quien conocía porque ya venía trabajando en la casa para cuidar a su otra hija y con la que nunca había tenido inconvenientes.
El 22 de agosto la empleada cuidó por la mañana a los niños y se comunicó varias veces por whatsapp con la mamá para decirle que todo estaba en orden e incluso, como hacía casi todos los días, envió videos a ambos padres para que pudieran corroborar que Pedrito estaba bien. Lucrecia Piñeiro atendió a sus hijos y les dio de comer. Aseguró en su declaración que el niño se alimentó bien, movía sus ojos con normalidad y no habría nada en especial que le llamara la atención en ese momento. Cuando llegó el padre a almorzar le dio nuevamente el pecho para acostarlo en la cuna en el piso superior. Le dijo a su pareja que el niño estaba dormido y le pidió que subiera rápido para cuidarlo. Se fue a trabajar.
La madre de Pedro olvidó su celular en la casa por lo que cuando llegó a las 17.15 horas aproximadamente se alarmó al ver que en su domicilio estaba la novia de su suegro quien le informó que Pedrito se había descompuesto y que lo habían llevado al Hospital.
Cuando llegó al Hospital lo primero que le dijo el padre fue que era “su culpa” (la del padre) Cuando le pregunta qué había pasado, éste le cuenta que cuando se despertó después de las cuatro de la tarde vio al niño pálido, con lo ojos para atrás, fláccido y con los labios morados. Intentó hacerle respiración boca a boca y llamó a su papá para ir al médico.
Ya en el Hospital el padre se habría puesto violento cuando los médicos le señalaron que había signos de maltrato. Y lo primero que hizo el hombre fue preguntarle a su pareja si había sido ella, echarle la culpa diciendo que a ella se le había caído, luego acusar a la empleada y cuando el niño falleció, argumentó que seguramente era algo congénito.
Los estudios posteriores revelaron que las lesiones de Pedro se produjeron en el periodo de tiempo en que el padre lo estaba cuidando.
Un testimonio muy importante para la investigación fue el del pediatra del niño. El profesional Pablo Dieser manifestó que en los seis controles realizados durante los primeros tres meses de vida del bebé nunca notó nada extraño y, al contrario, era un bebé que había nacido prematuro pero que estaba creciendo muy bien, tenía buenos reflejos y hasta había aumentado de peso, todo dentro de los parámetros esperables. El profesional indicó que cuando lo llamó la mamá del bebé para decirle que por favor lo fuese a ver al Hospital, él concurrió y pensó en un primer momento en muerte súbita, pero al ver los estudios posteriores, específicamente la tomografía, había observado un sangrado cerebral y en las retinas como consecuencia del síndrome del niño sacudido.
Se lo consultó por otras posibles causas y sólo obtuvieron respuestas negativas: ni malformaciones anteriores, ni hematomas de larga data ni convulsiones ni mal congénito ni una posible falta de oxígeno
El jefe de terapia intensiva pediátrica del Hospital, Gabriel Nievas, dio un testimonio contundente. Atendió al bebé mientras estaba en el Hospital y constató que las lesiones que presentaba eran propias del síndrome del niño sacudido. Descartó que esas lesiones puedan haberse ocasionado por el niño mientras estaba dormido o moviéndose, que fuesen resultado de un movimiento en cochecito o en brazos, por haber aspirado algún alimento o por una mal posición en el embarazo y manifestó que era posible que se hubiesen producido en una sacudida o en una acumulación de zamarreos.
El recibió las lesiones e inmediatamente comenzó el desenlace fatal. Es decir, los especialistas aseguran que no es posible que la niñera hubiese golpeado al niño a la mañana y que este exhibiera los síntomas por la tarde.
¿Venía siendo maltratado?
Un interrogante que se abrió en la investigación fue si el bebé podría haber sido sacudido en oportunidades anteriores al desenlace fatal, aunque no tan brutalmente como en el supuesto último episodio que le provocó la muerte. Es en ese marco que, tratando de recapitular sobre las últimas semanas del bebé, su mamá habría manifestado que cuando ella empezó a trabajar el niño se puso más irritable e inapetente. Pero, lógico era suponer en ese momento, que se podía deber a la ausencia de la madre por cuestiones laborales y que el pequeño extrañaba el amor y el cuidado materno. Sin embargo, los peritos no descartaron que haya habido otros episodios anteriores, de menor violencia, que habrían provocado irritabilidad e inapetencia y el aumento del perímetro cefálico en el último mes de vida del bebé.
Descartada la madre y descartada la empleada por el momento en que se produjeron las lesiones y porque nada hacía sospechar de la mujer que siempre se había ocupado responsablemente de los niños, el fiscal Javier Di Santo decidió imputar a Gonzalo Gambero por lesiones graves, calificadas por el vínculo y homicidio calificado por el vínculo.
Luego continuó el recorrido procesal ya descripto y, actualmente, la elevación a juicio número dos está siendo analizada en el Juzgado de Control.
Tras cinco años transcurridos desde la muerte del pequeño solo resta considerar que va siendo hora de que los funcionarios de los Tribunales de Río Cuarto comiencen a acelerar su accionar para arribar a la verdad de los hechos y de esa manera llevar algo de consuelo a las víctimas de esta tragedia.
INTERROGANTES
Claudio Gambero es el padre de Gonzalo, único imputado por la muerte de su bebé Pedro. En una entrevista que concedió al noticiero Telediario, aseguró que denunció al fiscal Daniel Miralles porque hubo terceras personas que le pidieron dinero en nombre del funcionario judicial para mejorar la situación procesal de su hijo.
Y manifestó junto a su abogada Rosa Sabena que nadie quiere investigar a Miralles ya que ningún colega tiene intención de involucrarse en la causa.La denuncia fue presentada por Claudio Gambero, padre de Gonzalo. El presunto delito sería el de pedir sobornos para favorecer al hijo de Gambero y para ello se habría utilizado a otras personas, entre ellos un ex fiscal general de la provincia y una abogada del foro local, para hacer el nexo del intento de extorsión. Según explica la familia, ellos cuentan con pruebas como audios, fotos y grabaciones que dejarían al descubierto esta maniobra.
“El 19 de julio recibo una llamada de Darío Vezzaro que quería juntarse para hablar sobre el tema de mi hijo, en nombre del fiscal Miralles, con intención de ver como acomodaríamos la situación de Gonzalo, y me piden que no se lo comunique a mi abogada” expreso Gambero.
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Rosa Sabena es la abogada de la familia y señala que Gambero “ha sido víctima de extorsión por parte del fiscal Miralles a través de terceros” y señalo que la intención era “que entregara una suma elevada de dinero a cambio de modificar la caratula de homicidio culposo, donde la persona queda en libertad. Si bien tiene la culpa, no tiene la intención”.
Durante la nota, Claudio Gambero dice textualmente que cuando le pidieron que apartara a su abogada Rosa Sabena, la llamó y le contó que le estaban solicitando una fuerte suma de dinero para ayudar judicialmente a su hijo Gonzalo. Claudio Gambero expresa: Rosa me dijo ´Esto es muy fácil, estos quieren plata´. Y, a continuación, agrega: “Porque ya nos ha pasado anteriormente que tuvimos que poner una cifra de plata importante”.
Cabe preguntarse: ¿Cuándo, por qué y a quién le pagó Gambero padre “una cifra de plata importante”?
Pero además, relata que el día 19 de julio recibió un mensaje de Darío Vezzaro, abogado y ex fiscal general de la Provincia. Muestra en cámara una captura de pantalla de whatsapp en la cual se lee:
“Hola estimado Claudio. Espero estés bien. Cuando puedas me avisas y hablamos. Abrazo. DV.”
En pantalla se observa que Gambero padre tenía agendado a su interlocutor como abogado Darío Vezzaro. Resulta llamativo el mensaje porque queda en evidencia que ambos ya se conocían. Y que había una cierta familiaridad entre ellos porque Vezzaro no se presenta, directamente lo saluda por su nombre y cierra con sus iniciales.
Finalmente, queda la línea de tiempo: Claudio Gambero ofrece como prueba un mensaje de texto con fecha 19/7/2022. Según afirma, en esa ocasión comenzaron a ofrecerle un camino legal diferente para aliviar la grave imputación contra su hijo.
La segunda requisitoria de elevación a juicio contra Gonzalo Gambero fue notificada a las partes el día 19/09/2022.
Un mes más tarde, Gambero hijo y sus padres hicieron pública la denuncia contra el fiscal Miralles. Habían transcurrido casi 3 meses.
Otro Punto no pone en duda la verosimilitud de los dichos de Claudio Gambero, de eso se ocupará el Poder Judicial, si es que algún fiscal se arma de coraje y se dispone a investigar a un par.
Link a la nota en Telediario: https://www.telediariodigital.net/2022/10/corrupcion-en-la-justicia/